Parque Natural de Las Hoces del Río Duratón
Durante este año tan complicado por la pandemia de Coronavirus hemos tenido que elegir destinos turísticos más cercanos a la Naturaleza y menos frecuentados por los humanos. En esta ocasión hemos visitado el Parque Natural de las Hoces del río Duratón.
El Parque Natural de las Hoces del río Duratón está situado en el noreste de Segovia, aguas abajo de la villa de Sepúlveda. En esta zona, el río se ha encajado en un profundo cañón que, en algunos lugares, alcanza más de 100 metros de desnivel. Al interés y belleza del paisaje hay que añadir la gran riqueza arqueológica e histórica que encierra en su interior esta garganta.
En los altos farallones rocosos anidan parejas de buitres leonados, acompañadas de un buen número de alimoches, águilas reales y halcones peregrinos.
Los valores naturales de la zona están sazonados, como un valor añadido, tanto en el plano histórico como artístico, por la ermita románica de San Frutos, las cuevas con grabados de la Edad del Bronce y el conjunto arquitectónico de Sepúlveda.
LA ERMITA DE SAN FRUTOS
La Ermita de san Frutos es, realmente, una igleisa románica de capital importancia para entender la expansión del arte románico al sur del río Duero, en el territorio fronterizo de la Extremadura castellana. Comenzó a construirse tras la donación que en 1076 hizo al Monasterio de Santo Domingo de Silos el rey Alfonso VI.
Anteriores al edificio románico son las tumbas antropomorfas que se abren delante de la iglesia hasta la cruz del obispo Quesada levantada en 1900. Incluso hay algunos restos reaprovechados más antiguos, como un sillar del ábside que tiene labrada una inscripción funeraria romana.
En la Cueva de San Valentín, cuya bóveda natural se hundió, se conservaban grafitos de principios del siglo XI que testimoniaban las peregrinaciones a este lugar sagrado. Este testimonio se conoce gracias a la documentación del priorato y gracias a él se sabe que la memoria del santo perduró durante la invasión árabe.
La de san Frutos es una iglesia románica de una sola nave y rematada por un ábside semicircular. Toda ella está construida en sillería. Da la sensación que la iglesia original se levantó con premura. Una inscripción conservada ahora en el interior data la construcción en el año 1100 y nos aporta el nombre del arquitecto dom Michael. Fortunio era entonces abad de Silos.
San Frutos compite con la Iglesia de El Salvador de Sepúlveda por la primacía del románico al sur del río Duero. La decoración escultórica de la iglesia del priorato, como la de Sepúlveda, tiene un aire muy primitivo. En ella destaca un capitel en el que se representa a san Benito mostrando el libro de su Regla de Vida.
Las dificultades para construir en un sitio inhóspito como el lugar de san Frutos y, posiblemente, la prisa que se dieron los monjes benedictinos para levantar el edificio originaron fallos en el planteamiento que obigaron a instalar hace unas décadas unos tirantes en la nave.
En una reforma todavía de época medieval, se le añadieron dos capillas laterales de la que sólo permanece en pie la del Evangelio, que hoy se emplea como sacristía. Debajo de su retablo se encuentra la famosa piedra sobre la que se pasa para pedir al santo por la curación de una hernia. También se reformó el ábside central, posiblemente en el siglo XIII.
En su interior se conserva el retablo barroco con la imagen moderna del santo y los relicarios de sus hermanos, san Valentín y santa Engracia.
En el exterior del muro sur de la nave se encuentra la lápida de la 'Despeñada', una rica mujer que fue 'de su marido despeñada' por los cortados del Duratón y milagrosamente salvada por la intercesión de San Frutos.
La ermita fue declarada Monumento Histórico Artístico en 1931.
La Ermita de San Frutos está situada en un meandro del río Duratón como podemos apreciar en las imágenes. Se accede desde Villaseca, a 61 km de Segovia.
Según la tradición, abonada por las fuentes escritas y arqueológicas, durante los últimos tiempos visigóticos el santo segoviano Frutos ('642-715') llevo una vida anacorética en el paraje que lleva su nombre, con sus hermanos también canonizados Valentín y Engracia, cada uno en un retiro distinto y aislado, donde después se levantaron las ermitas a ellos dedicadas; Frutos en la cumbre, Valentín a media ladera y Engracia a orillas del río.
Se le atribuyen varios milagros, entre ellos el de la Cuchillada. Siendo perseguido por los sarracenos Frutos golpeó el suelo con su bastón y este se abrió provocando la hendidura conocida como La Cuchillada, impidiendo el paso de sus perseguidores. En 1757 se construyó un pequeño puente de piedra para salvar la grieta y dar acceso a la ermita.
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